lunes, 7 de febrero de 2011

AMOR Y DESAMOR.

Reflexión en la proximidad del 14 de febrero,
en torno al amor y a la pérdida de éste.

MAX. LUGO

En el presente trabajo se hace un breve estudio del amor y del desamor, así como de algunas de las consecuencias de éste en el plano personal y de pareja; sin embargo, es pertinente aclarar que con independencia de que pueda presentarse el amor y su ausencia entre personas del mismo género con las implicaciones que ello trae consigo, este trabajo sólo las contempla entre parejas heterosexuales, ya que alguna de las causas por las que se estima surge el desencuentro se debe a las diferencias fisiológicas y neurológicas de los sexos.

INTRODUCCIÓN

Hablar del amor en el aspecto de relación personal es tarea muy compleja; hablar de desamor lo es aún más. Sin embargo, éste no se puede soslayar como una realidad, ya en el terreno personal, ya en el social.

Al haber amor, es obvio que en cualquier momento puede surgir el desamor. Para nadie debe ser una sorpresa que de pronto este mal se presente en una pareja pues como más adelante se verá, la veleidad del amor surge de su origen; hijo de la opulencia y de la miseria, según Platón, no es difícil que la pareja teniéndolo todo, se quede sin nada y surja el desamor.

Amor, lo define el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, en la acepción que estimo más adecuada para los efectos de este artículo, como: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir; comunicarnos y crear.” En tanto desamor, en la que interesa para esta reflexión, lo define como “Falta de amor…”; esto es, carencia o privación de amor. Esta carencia o privación de amor en la pareja puede provenir de múltiples fuentes, entre otras: falta de información veraz y oportuna o desinformación, ausencia de diálogo y comunicación, factor económico, embarazo no deseado, inmadurez emocional, intervención de familiares de alguno o de ambos de sus miembros, expectativas no cumplidas, falta de acuerdo respecto a los roles que juegan, problemas sexuales, conflictos de intereses y celos profesionales.

Los males que estos factores traen consigo en la pareja pueden ir desde la simple indiferencia y el desdén silencioso, hasta el suicidio u homicidio de uno de los miembros o de ambos, pasando por una serie de situaciones anómalas como maltrato físico y/o psicológico, sadismo, alcoholismo, drogadicción, bulimia, anorexia, obesidad exógena, infidelidad, comisión de delitos leves y graves, contagio de enfermedades de trasmisión sexual, abandono, depresión e hijos habidos con persona diversa, por citar algunas.

Sin embargo, muchos males de los anteriormente citados pueden prevenirse y evitarse o por lo menos aminorarse, si se combaten eficazmente las causas que los provocan; pues si bien es cierto que en la actualidad el desamor constituye un problema social en nuestro país ---y tal vez en el mundo---, esto se debe a la falta de atención o a la escasez de ella por parte de las propias parejas, de las escuelas, las instituciones religiosas, los organismos no gubernamentales y el gobierno mismo en sus tres esferas.

Y aunque para algunos como Sartre, el amor no puede alcanzarse y por ende si esto es así, tampoco se alcanzará el desamor, en su oportunidad, propondré algunas soluciones al problema inicialmente planteado.



EL AMOR EN PLATÓN

 Platón dice en el Diálogo el Banquete por labios de Sócrates, según lo que en alguna ocasión le refirió a éste Diotima de Mantinea, que el amor no es bello ni bueno; sin embargo, esto no implica que sea feo y malo, sino ocupa un término medio entre belleza y fealdad que le permite ser intermediario entre dioses y hombres, fungiendo así como intérprete de los deseos de éstos y las órdenes de aquéllos.

Agrega, que Eros fue concebido por Poros y Penia cuando nació Afrodita. Después del banquete de su advenimiento al que asistió Poros ---hijo de Metis---, Penia se puso en la puerta a mendigar las sobras y en su estado de penuria, se propuso tener un hijo de Poros, con quien se acostó y logró su objetivo.

Así, Eros es un gran demonio que procede de la opulencia y la miseria; ama la belleza sin ser necesariamente bello; tampoco necesariamente feo, pues no todas las cosas tienen que estar en el extremo como lo están los sabios e ignorantes que no filosofan; ocupa un término medio entre unos y otros siendo por esto amante de la sabiduría, con lo que se convierte en lo amado y no el que ama. Lo bello y lo bueno hacen dichoso al hombre, y es el amor el que lo hace posible. Amar, no es buscar la mitad ni el todo de sí mismo, cuando esa mitad o ese todo no son buenos. Porque el amor consiste en querer y poseer lo bueno siempre.

Eros –señala Sócrates--, produce la belleza a través del cuerpo y del alma con la finalidad de la fecundidad y la generación para la perpetuación de la especie, y convierte lo mortal en inmortal. De esta manera, los hijos engendrados con amor hacen inmortal al padre mortal de generación en generación; y la inmortalidad es el objeto del amor. La participación del mortal aspira a perpetuarse y con el nacimiento, sustituye al viejo por el joven; todo muere y renace sin cesar en cuerpo y alma.

El hombre, por mor a lo inmortal pasa su efímera vida deseando crearse un nombre y adquirir gloria para la posteridad; ya con la fecundidad de su cuerpo procreando hijos, ya con la del espíritu engendrando sabiduría y demás virtudes nacidas de poetas y artistas dotados de genio de invención.

Sin embargo, también afirma, que la sabiduría más alta y bella es la que preside el gobierno de los Estados y de las familias humanas: la prudencia y la justicia. En este estadio, sujeto y objeto alcanzan tal intimidad y fuerza, que sus lazos superan los meramente familiares; porque los hijos engendrados por la inteligencia son más bellos y más inmortales aún, que los biológicamente procreados.

Es aquí –asevera-- donde destaca la belleza del alma que se encuentra en las acciones de los hombres y en las leyes con relación a la que reside en los cuerpos; considerando de este modo más preciosa aquélla que ésta, aunque un alma bella esté en un cuerpo imperfecto; pues la belleza del alma no se encadena al amor estrecho, sino que producirá con inagotable fecundidad los discursos y pensamientos más grandes de la filosofía.

Así, el mérito de la vida –sigue diciendo-- es el poder lograr la contemplación de la belleza absoluta. Únicamente quien produce y alimenta la virtud verdadera le es dable tal deferencia; y para conseguir bien tan grande, el auxiliar más poderoso que existe sólo tiene un nombre: Eros.


EL AMOR EN SARTRE

En su obra, El Ser y la Nada pueden encontrarse mayores referencias de lo que representa el amor. Ahí trata de la ontología humana desde el punto de vista del “ser para-otro”, habiendo distinguido con antelación entre el “ser-en-sí”, y el “ser-para-sí”.

Las categorías “para-sí” y “en-sí”, son fundamentales en Sartre; afirma que se encuentran en oposición dialéctica y el hombre se halla dividido entre ambas; como “para-sí”, se angustia porque busca el significado de la vida, el cual tiene que crear solo; en tanto que como “en-sí”, debe superar los obstáculos para darle sentido a su vida. Esta división, dice, es el principal problema de la existencia humana; de ahí el intento permanente que hace el hombre para armonizarlos.

De esta manera, la conciencia existe sólo en un mundo en el que existen otras personas, pero éstas nunca pueden pertenecer a nuestra subjetividad; deben ser objeto que experimentamos. Así como también desde la perspectiva de ellas, somos los objetos. Por lo que cada uno es un “para-sí”, que encuentra en el otro un “en-sí”, que no puede ser explicado en función de nuestra subjetividad.

Sin embargo, y a pesar de ser el uno para el otro un mero objeto en la conciencia, este objeto es un sujeto que puede tener un conocimiento mayor sobre la persona y la conducta del otro.

Para Sartre, el intento de convertirse en un “en-sí-para-sí”, siempre implica a otras personas. Las tensiones entre el “para-sí” y el “en-sí”, estructuran las relaciones humanas concretas; por lo que el hombre fracasa en la búsqueda del amor.

Es la mirada la más básica de las relaciones humanas; la situación de ser visto por el otro; el cómo aparecemos a sus ojos. Como no puedo verme ni experimentarme como lo hace el otro cuando me mira, esa relación revela mi objetividad. Pertenece a mi “en-sí”. Es un acto como cuando el individuo existe como fenómeno objetivado dentro de la subjetividad del otro, y se convierte en una trascendencia transcendida.

En el análisis de la mirada, Sartre no distingue entre las diversas manera de mirar que puede tener un individuo respecto del otro; y aunque quiere explicar el amor en función de la mirada, insiste en que siempre es una expresión del conflicto, y dice que este es “el significado original del ser-para-otro”.

De esta forma, con el conflicto como una constante, o mejor aún, como la naturaleza de las relaciones humanas procede a mostrar que el ser-para-otro es una forma de posesión; entonces, la mirada del otro es capaz de objetivar al sujeto, de hacerlo ser y de poseerlo; y esta posesión es la conciencia de poseerlo. En tanto que este sujeto a su vez, al responder a la mirada del primero, también lo posee. Esto hace que exista dependencia entre uno y otro y de acuerdo con Sartre, la inevitabilidad del conflicto; y de este último, como esfuerzo compensatorio surge el ideal del amor.

Para Sartre, cada amante debe asimilar la libertad del otro; el ideal del amor se explica como un deseo de posesión; empero, busca impedir ser poseído y lo logra absorbiendo al otro. Esto implica una dominación interpasional e insinúa, de alguna manera, un animal devorando a otro. Si el amor no fuera sino un deseo de posesión física, podría ser satisfactorio.

El ideal del amor, también afirma Sartre, es un deseo de fusionarse con alguien que “nos re-cree perpetuamente como la condición de una libertad que se somete y se compromete; es querer que la libertad funde el hecho y que éste tenga preeminencia sobre la libertad. Si este resultado se pudiera alcanzar, el uno podría estar seguro en la conciencia del otro”. Así, en este tipo de relación con la amada, el amante ya no será uno entre otros objeto del mundo de ella.

Sin embargo, amante y amada quieren que el otro los ame; empero, no toman en cuenta que amar es querer ser amado y que al desear que el otro lo ame, lo único que quieren es que el otro quiera ser amado también. De esta manera, la mutualidad del amor se reduce a una recíproca pero imposible exigencia de que cada uno de los amantes proporcione un amor que en realidad ninguno puede alcanzar.


SOLUCIONES QUE SE PROPONEN

Con independencia de que se sostenga que el amor es innato en la naturaleza humana, o bien, que es una emoción creada por la cultura y no una necesidad natural; lo cierto es que el amor entre un hombre y una mujer se da, y en él se incluyen elementos de atracción romántica, respuesta sexual y posibilidad de reproducción.

Sin embargo, ese amor suele transformarse en desamor y en no pocas veces en odio. Por eso es pertinente tomar las medidas necesarias para que esto último no ocurra y en su caso, al acontecer se encuentre el camino de solución; pues la gente que se enamora puede desenamorarse con igual o mayor facilidad, y tal vez ese desenamoramiento le lleve a un enamoramiento tras otro; esto es precisamente lo que ha de prevenirse y evitarse.

El concepto de amor es harto difícil, ya que tiene que ver con la naturaleza humana e implica por ello muchas líneas de investigación. El significado del amor, dice Irving Singer “hay que buscarlo en nuestra tendencia a crear ideas que nos liberan de la realidad, al mismo tiempo que manifiestan nuestra admisión a ella”.

El amor ha de analizarse –propone Singer– desde el “enamorarse” y contrastarlo con el “estar enamorado” y “seguir enamorado”.

El enamorarse es la pasión romántica; se trata de un suceso dramático y con frecuencia traumático que causa problemas para las habituales formas de conducta. En cambio, el estar enamorado, no es ya un suceso violento, requiere una relación más continua. Es en el estar enamorado donde se inicia en la pareja el estadio de recreación; la creación de un nuevo mundo. El seguir enamorado, hace posible que la pareja perdure dentro del mundo sin limitación alguna. Es el estar juntos perdurablemente.

Esto último es lo que propongo como tarea social. Lograr que la relación amorosa no sea fugaz y se extinga en el enamoramiento; ni que se frustre en la fase en que se esté enamorado, sino que trascienda y se siga enamorado.

Para ello, sostengo, es imprescindible la información y educación de niños y adolescentes, así como de las parejas de adolescentes, jóvenes y adultos y especialmente de los padres de aquéllos, en donde se hagan patentes las diferencias neurológicas, fisiológicas, sexuales, sociales y de conducta de cada sexo. Así mismo, las conductas que predisponen esas diferencias, cuyas interpretaciones erróneas deterioran las relaciones afectivas, de amistad, noviazgo y enamoramiento, que producen en no pocas veces una ruptura.

 También deberá abordarse el tema relativo a los problemas económicos y la forma de resolverlos, que debe enfrentar cada uno de los miembros de la pareja y ésta como tal. Del mismo modo, lo atinente a la dignidad como personas humanas y el respeto mutuo (personal y profesional en su caso), que en todo momento debe prevalecer.

La información y educación que propongo deberá ser a través de cursos o mejor aún, cursos- taller impartidos a parejas que se encuentren en cada una de las fases antes referidas (enamorarse, estar enamorado y seguir enamorado) por un psicólogo, un sexólogo o médico y un filósofo, en que la pareja tenga una participación directa, con objetivos precisos y desarrollado en un tiempo mínimo de 12 horas y un máximo de 16, de tal forma que al concluir, puedan haber trazado un proyecto de vida en común revisable periódicamente con la asesoría de los propios expertos.

De tal suerte que quienes estén en la primera fase, de enamoramiento, pasen a la segunda, estar enamorados y los que están en ésta, accedan a la tercera, seguir enamorados; y aquéllos que han logrado arribar a esta última se mantengan y sean a su vez guías inspiradores de las parejas que se encuentran en los otros dos estadios.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA


AMAYA GUERRA, JESÚS Y PRADO MAILLARD, ¿Qué hago si mi media naranja es toronja? primera edición, reimpresión, Trillas, México 2006.

FERRATER MORA, JOSÉ, Diccionario de filosofía, tomos A-D y K-P, primera edición, cuarto reimpresión, Ariel, Barcelona 2004.

PLATÓN, El Banquete, primera edición, editorial Gredos, Madrid 2008.

SAFRANNSKI, RÜDIGER, El Mal o el drama de la libertad, primera edición en Fábula en Tusquets, México, 2010.

SARTRE, JEAN-PAUL, El ser y la nada, primera edición en Losada, Buenos Aires, Argentina 2004.

SINGER, IRVING, La naturaleza del amor, tomos 1 y 3, cuarta edición, Siglo XXI, México 2006.

Diccionario de la lengua española. Real Academia de la Lengua. Vigésima segunda edición.2001.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ME GUSTO este escrito ke hiciste max, tambien el del molino ke se volvio cabaret, soy chendrix

Unknown dijo...

muy interesante , ya no me perdere el hebdomadario ............el amor como hijo de la opulencia y la miseria , aza BUEN ESCUIS :D

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