sábado, 15 de enero de 2011

DOS GENERACIONES


Reflexión de juventud publicada en la REVISTA TAMAULIPAS, edición número 200, correspondiente a los meses de junio y julio de 1970.

MAX. LUGO.

Grecia y Roma, grandes maestras de la cultura occidental en la Filosofía, el Arte, la Ciencia y el Derecho ---de éste principalmente por lo que toca al pueblo de Rómulo y Remo---, han tenido una pléyade de IDEALISTAS que permitieron encumbrar a estos pueblos y llegar a la excelsitud plena en el primer período de la Historia de la Humanidad.

El tiempo continuó su marcha. La Edad Media, los grandes inventos y descubrimientos geográficos, el renacer de la cultura, las épocas moderna y contemporánea, han tenido y tienen sus grandes IDEALISTAS, ya que sin IDEALISMO se habría estancado el mundo y permanecería estático sin progreso ni esperanza.

Hoy, dos generaciones de IDEALISTAS se encuentran en pie de lucha, inconsciente e incomprendida; padres e hijos, viejos y jóvenes, sumidos en una profunda incomprensión mutua, caminamos paralelamente por la vida en apariencia, pero realmente separados por un abismo que la gran mayoría de las veces no nos permite entendernos unos con otros; ya que si bien, ambos somos IDEALISTAS, los caminos que nos conducen a tal estado del espíritu son diferentes.

El IDEALISMO de la nueva generación es romántico e impetuoso; muchas veces irreflexivo, propio de la juventud; y el de los adultos, es por el contrario, meditado, estoico, producto de una profunda reflexión que le han dejado los años de pasadas experiencias, pero que se han ido; y no son los mismos que actualmente estamos viviendo.

Todo IDEALISMO posee dos elementos, imaginación y experiencia de la vida. La disyunción de generaciones la hemos hecho los jóvenes y los viejos; el IDEALISMO de ambos se ha disociado, pues los que han crecido con el siglo no quieren ver a la nueva corriente como lo que es, una nueva corriente; no se resignan a la aceptación de las ideas de la juventud pensante, a pesar de que en no pocas veces se percaten que la razón nos favorece.

La juventud, ávida de nuevas experiencias, rehúsa aceptar los moldes refractarios que han establecido los adultos en una cierta época y en un cierto tiempo, y que si bien cubrieron el momento histórico en su juventud, actualmente no se adaptan al nuestro. La consecuencia es la constante rebelión, justificada algunas veces e injustificada en otras, de la generación joven frente a la adulta.

Ahora, si el problema ha sido creado por las dos generaciones, ambas deben encontrar la solución y responsabilizarse de encarar las faltas y errores cometidos. Los ahora adultos también tuvieron veinte años; los jóvenes de hoy no hemos tenido cincuenta.

Es injusto de ambas partes echarnos la culpa, eso nunca dará solución al problema y con el tiempo, el divorcio entre generaciones se agudizará; pues a medida que transcurre, la rebelión y la inconformidad aumenta y el abismo se hace más profundo.

La juventud no quiere pláticas ni conferencias organizadas por los adultos en contra de la delincuencia y el consumo de estupefacientes; no es el camino para el acercamiento de generaciones. La objetividad y la práctica son más efectivas que mil palabras dichas con lujo de retórica o con ánimo de sermón.

Para que las dos generaciones se comprendan, es necesario que ambas se conozcan; que los adultos entiendan o por lo menos traten de entender el arte moderno, la literatura de José Agustín y a los demás escritores de nuestra generación, así como también por qué bailamos rock and roll, twist y a go-go; y nos den la oportunidad de dialogar con ellos para exponer nuestros puntos de vista, conocer los suyos y discutirlos, y no concretarse a sostener un monólogo de críticas y reproches que sólo conduce a separar aún más la brecha generacional.

1 comentario:

Unknown dijo...

yo tuve la oportunidad de leer este escrito en la revista y en verdad me gusto mucho,y tambien me volvio a gustar cuando lo lei aki en tu blog, saludos

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