lunes, 2 de mayo de 2011

LA SOLIDARIDAD EN RORTY CON RELACIÓN A OTROS AUTORES.

                  MAX. LUGO.

Aristóteles en la Ética y en la Política hablaba de la filia como vínculo de carácter sociopolítico dentro de la polis. Asimismo con formulaciones semejantes  posteriormente lo hicieron Cicerón y Agustín de Hipona. Por lo que es inexacto, dice Javier de Lucas en El concepto de solidaridad,  lo que afirman algunos historiadores cuando atribuyen la paternidad del término  solidaridad  a movimientos relativamente recientes, como el de 1789 en Francia.
En el Derecho Romano ya se hablaba de obligatio in solium, como la conciencia de que la necesidad recíproca entre el yo y el otro o los otros, debe estar puesta al servicio del desarrollo libre y compartido de las posibilidades de todos los miembros del grupo, y ello se debe a la igualdad básica de los hombres: el otro es otro-yo.
La solidaridad se plantea dentro de lo público. Es propiamente una virtud pública. Se aproxima a la filia griega y a la caridad cristiana que están en el ámbito de lo privado, pero es algo más  que trasciende al ámbito público como fraternidad. Es una virtud en relación con los otros,  semejante a lo que para Kant  es la benevolencia y  no propiamente para este autor la solidaridad, que según lo afirma  Rorty  en su libro  Contingencia, ironía y solidaridad   “…Para Kant, no debemos sentirnos obligados hacia alguien porque es milanés o norteamericano, sino porque es un ser racional. Kant , asumiendo su actitud más rigurosa, nos dice que una buena acción realizada hacia el otro no puede ser considerada como acción moral –como acción hecha por deber – si el otro no es considerado simplemente como ser racional, y no como pariente vecino o conciudadano…”. Esto es, conforme a la interpretación de Rorty,  la solidaridad para el filósofo de Königsberg está en función del ser racional del otro y no de alguna otra característica.
Para Durkheim, de acuerdo a  Lucas en el texto antes citado,la solidaridad  es “… un hecho social que consiste en el consenso espontáneo de las partes del todo social, una particular conexión entre individuo y sociedad que, como indica Moya, supone dos niveles: el psicosocial –vinculación entre las conciencias individuales y las colectivas--, y el estructural funcional –vinculación entre la posición del individuo y el grupo: la estructura social supone una cohesión de la interacción real. Estos dos niveles aparecen en los dos tipos de solidaridad sobre los que construye Durkheim la evolución social y jurídica, paralelos a dos modalidades de Derecho y en correlación con los modelos de organización social  --simple o heterogénea--,caracterizados, además, por la presencia y grado de desarrollo de la división del trabajo, el factor clave de la organización social…” y derivando de lo anterior surgen dos tipos de solidaridad, a saber: Mecánica, en que la integración se hará a través de la fe y  Orgánica, en que la interdependencia resulta de la cooperación por  la división del trabajo, según lo advierte Habermas.
Para el cristianismo, solidaridad significa que uno se hace responsable de los otros. El sano del enfermo, el rico del pobre, los países del norte de los países del sur. Significa que se es consciente de la responsabilidad mutua y que somos conscientes de que recibimos en tanto que damos, y que siempre podemos dar sólo lo que nos ha sido dado y que por eso jamás nos pertenecemos solamente a nosotros”, según J.  Ratzinger, en  Caminos de Jesucristo, Cristiandad.
Levinás, sin hablar específicamente de solidaridad, en  su libro Totalidad e infinito, señala que él es responsable del otro sin esperar la recíproca, aunque ello le cueste la vida; porque  la intersubjetividad  es asimétrica. Lo anterior lo explica en Ética e infinito de la siguiente manera: “Precisamente, en la medida en que entre el otro y yo la relación no es recíproca, yo soy sujeción al otro; y soy –sujeto—  esencialmente en este sentido. Soy yo quien soporta todo…. No a causa de esta o de aquella culpabilidad efectivamente mía, a causa de faltas que yo hubiera cometido, sino porque soy responsable de/con una responsabilidad total, que responde de todos los otros y de todo en los otros, incluida su responsabilidad. El yo tiene siempre una responsabilidad de más que los otros.”  
Por otra parte, para Weber la solidaridad es la característica de aquellas relaciones sociales en que la acción de cada uno de los partícipes se imputa a todos los demás. Sus elementos son las nociones de igualdad /fraternidad, junto a las  de unidad/indivisibilidad frente al exterior.
En cambio para Rorty, la solidaridad humana no tiene un carácter universal  ni racional, ni siquiera de fraternidad. Tampoco  se aproxima a la idea cristiana, pues dice  en su libro precitado al respecto: “Es parte de la idea cristiana de la perfección el tratar a todos, aun a los guardias de Auschwitz o de Gulag , como pecadores, lo mismo que nosotros. Para el cristiano no se alcanza la santidad en la medida en que nos sintamos más obligados con un hijo de Dios que con otro; por principio deben evitarse contrastes odiosos”. Para él sólo puede entenderse como referencia a aquel con el que nos expresamos ser solidario, con la idea es “uno de nosotros,” en donde el “nosotros” es algo más restringido que la raza humana. Los sentimientos de solidaridad  dependen necesariamente de las similitudes y las diferencias que nos den la impresión de ser las más notorias y esto se encuentra en función de un léxico último contingente. Así, para el autor que sigo, explicar en qué  consiste ser solidario, no es tratar de descubrir una esencia de lo humano, sino en ver las diferencias sin renunciar al “ nosotros” que nos contiene a todos.
Rorty parte de la doctrina de William Sellars de la obligación moral,  en términos de “intenciones- nosotros”, “uno de nosotros”, que equivale a “gente como nosotros” y se propone demostrar que esta idea tiene más fuerza y contraste con la expresión “uno de nosotros los seres humanos”, porque concibe al individuo como una contingencia histórica y no como una universalidad de género humano.
De ahí que sostenga que la idea de esencia humana solidaria se difumine, al no existir un componente  en razón del cual el ser humano se reconozca como un yo nuclear. Por lo que la idea de solidaridad humana, de acuerdo a Rorty,  habrá de concebirse como la capacidad de percibir cada vez con mayor claridad, que las diferencias étnicas, políticas, religiosas o sexuales, carecen de importancia cuando se les comparan con las similitudes referentes al dolor y la humillación, pero no desde una perspectiva de universalidad sino desde un ámbito más restringido al formarse “el nosotros”, en función de un léxico último históricamente contingente.      



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